Villa Educación

Jueves 26 de diciembre de 2024

LOS NIÑOS MÁS FAMOSOS DE LA PATRIA

24 SEPTIEMBRE, 2011

Por Guadalupe Loaeza

Hoy que se conmemora un año más de la batalla de Chapultepec, en 1847, en la que perdieron la vida cerca de 600 soldados, quisiera recordar la vida de los seis jovencitos, casi niños, que se encontraban entre los defensores del castillo: Juan de la Barrera (1828), Agustín Melgar (1829), Fernando Montes de Oca (1829), Juan Escutia (1830), Vicente Suárez (1833) y Francisco Márquez (1834).

Juan Escutia, Juan de la Barrera, Agustín Melgar, Francisco Márquez, Vicente Suárez y Fernando Montes de Oca.

En el caso de los Niños Héroes, puede decirse que “su destino fue la infancia”, debido a su muerte tan temprana. No hace mucho me contaron que Porfirio Díaz se aburría cuando encabezaba un acto en el que intervenía algún poeta. Cuánto debió sufrir, especialmente en los tiempos en que se celebraba el Centenario de la Independencia, pues no pasaba un día sin que se leyeran poemas sobre Hidalgo, la Independencia o Benito Juárez. Pero, entre los héroes más celebrados se encontraban los niños más famosos de la patria: los Niños Héroes.

Dicen que en una ocasión en que Amado Nervo leía un poema en la Cámara de Diputados, Díaz preguntó a uno de sus ministros: “¿A qué hora se acaba la musiquita?” Díaz no tenía mucha sensibilidad poética, así que no creo que le haya gustado el poema que Nervo hizo a los Niños Héroes, aun cuando presidió la ceremonia de su lectura en 1903.

Dice el novelista Mariano Azuela, quien estuvo ese día en Chapultepec, que Díaz estaba en plenitud de su gloria, rodeado de una brillante comitiva. Hay que decir que los cadetes sobrevivientes crearon en 1871 la Asociación del Heroico Colegio Militar para preservar su historia. Con respecto a estos héroes, aunque no eran precisamente niños, pues tenían entre 13 y 19 años, sí actuaron con gran heroísmo durante el asalto al Castillo de Chapultepec por las tropas norteamericanas.

En un artículo del historiador Alejandro Rosas, “Una historia mal contada. Los niños héroes” (Revista Relatos e Historias de México 9/9), leemos: “No queda lugar a dudas que sí fueron héroes por varias razones: por haber tomado las armas para defender el territorio nacional; porque no tenían la obligación de permanecer en el Castillo y decidieron quedarse voluntariamente; porque con escasas provisiones y pertrechos militares resistieron el bombardeo de más de un día, bajo el fuego de la artillería enemiga que hacía cimbrar Chapultepec entero”. La invasión a Chapultepec se dio en medio de la invasión norteamericana, que duró dos años. El general Winfield Scott dirigía el ejército estadounidense que había llegado desde Veracruz. El ejército enemigo bombardeó por más de 12 horas el castillo, la mayor parte de los soldados mexicanos desertaron, pues veían la plaza perdida. Seguramente lo mismo pensó el presidente Antonio López de Santa Anna, pues no mandó más hombres. El director del castillo, que albergaba el Colegio Militar, dio la oportunidad a los soldados de abandonar el edificio. Muchos, entre ellos los seis Niños Héroes, decidieron quedarse a pelear.

Dice José Emilio Pacheco en Crónica del 47 (Clío, 1997) que en esa guerra que abarcó todo el bosque así como Molino del Rey, la Condesa y hasta el actual Metro Insurgentes, se cayeron la mayor parte de los ahuehuetes que había plantado Nezahualcóyotl.

Al año siguiente de la batalla, el director del Colegio Militar mandó al gobierno una lista de los combatientes para que se les rindiera homenaje. La conmemoración tuvo lugar hasta la presidencia de Benito Juárez en 1871.

Por desgracia, casi nada sabemos de la personalidad de estos niños salvo su valor para pelear por una guerra perdida. Conocemos sus rostros gracias a que Santiago Hernández y Ayllón, su compañero del colegio, decidió pintarlos ayudado sólo de sus recuerdos. Tal vez mientras los pintaba, evocaba anécdotas de sus amigos. Y quizá por eso hizo unos retratos en los que se ven muy elegantes, con su uniforme de gala, pero, sobre todo, con unamirada llena de vitalidad y patriotismo.