LA HUMANIDAD CONTRA LOS ASTEROIDES
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(Agencia Informativa Conacyt). El 30 de junio de 1908, la trayectoria de un asteroide coincidió con la posición de la Tierra. A su entrada en nuestra atmósfera, el objeto celeste fue desintegrándose poco a poco hasta explotar sobre el bosque siberiano, y aunque su tamaño era relativamente pequeño (entre 35 y 45 metros, según estimaciones), destruyó una superficie de dos mil kilómetros cuadrados, relató el doctor Sergio Camacho Lara, secretario general del Centro Regional de Enseñanza de Ciencia y Tecnología del Espacio para América Latina y el Caribe (CRECTEALC).
De 2010 a 2013, el doctor Camacho Lara participó en un grupo internacional auspiciado por la ONU para el establecimiento de una Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN, por sus siglas en inglés), con el objetivo de buscar y monitorear los objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) y determinar un umbral de probabilidad de colisión con nuestro planeta.
Los NEO incluyen cometas y asteroides que orbitan cerca de la Tierra. En el caso de asteroides, se les denomina NEA (Near Earth Asteroids). El Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) es miembro fundador de la red IAWN y realiza observaciones de estos objetos con sus telescopios en Tonantzintla, Puebla, y Cananea, Sonora.
Durante el mismo periodo, e igualmente bajo el auspicio de la ONU, se trabajó para la creación del Grupo Consultivo de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG, por sus siglas en inglés), conformado por diversas agencias espaciales del mundo. Este grupo trabaja en resolver escenarios en los que un asteroide se dirige en curso de colisión con la Tierra, con el objetivo de ganar tiempo ante una posible amenaza.
“Cuando un asteroide llegue a ese umbral, que actualmente se encuentra en 10 por ciento, IAWN pasaría la información al grupo de agencias espaciales y gobiernos que pudieran ser afectados para que decidan qué acciones van a tomar. Poco tiempo después de eso se daría la información a los medios para que se informe a todo el mundo”, explicó.
Los escenarios varían, por lo cual se trabaja en encontrar soluciones para diferentes asteroides, se contemplan diversos tamaños, velocidades y trayectorias, ya que no es lo mismo que un asteroide se dirija a un desierto, una ciudad o a la costa, y las consecuencias pueden ir desde heridas leves, hasta la destrucción total de ciudades o de la infraestructura costera a lo largo de cientos de kilómetros.
En caso de que un asteroide se dirija a nuestro planeta y el choque sea inminente, la planificación y toma de decisiones por parte de los gobiernos afectados y de agencias espaciales capaces de desviar un asteroide son cuestiones sumamente delicadas. A nivel político, se debe tomar en cuenta qué países realizarán las misiones. A nivel técnico, se deben analizar las posibilidades de destruir, frenar o acelerar el asteroide con el fin de desviarlo.
“La probabilidad de que un objeto pegue con la Tierra es muy pequeña pero las consecuencias podrían ser devastadoras. Por la distribución de tamaños de los asteroides cercanos a la Tierra, las probabilidades son más grandes cuando se trata de objetos pequeños. Todas las noches hay una cantidad de estos pequeños objetos que se queman en la atmósfera y los vemos como estrellas fugaces, pero hay algunos que por su composición y su ángulo de entrada a la atmósfera, penetran y pueden llegar a tierra o estallar a pocos kilómetros de altura. Parte de la idea de este día internacional es que poco a poco la gente vaya conociendo cómo reaccionar ante un evento como este”.
Objetos cercanos a la Tierra
El Centro de Planetas Menores (MPC, por sus siglas en inglés), bajo el auspicio de la Unión Astronómica Internacional, es la institución encargada de recopilar observaciones de asteroides y cometas, calcular sus órbitas y determinar en primera instancia sus probabilidades de impacto a la Tierra. De acuerdo con información del MPC, hasta el 27 de junio de 2018, se contabilizaron 18 mil 337 NEO, de los cuales, mil 877 se acercaban a menos de ocho millones de kilómetros de la órbita de nuestro planeta y son considerados potencialmente peligrosos.
Entre estos objetos se encuentra Apofis, un asteroide de más de 300 metros descubierto en diciembre de 2004 y cuya órbita lo llevará a pasar cerca de la Tierra el 13 de abril de 2029, y podrá ser visible en el territorio europeo.
“Se está vigilando muy de cerca para ver cómo lo afecta la gravedad de la Tierra. No conocemos bien su composición, pero se están haciendo cálculos de cómo afectará la Tierra la órbita de Apofis”.
Cuando el asteroide se acerque a la Tierra, se lanzarán misiones para colocar satélites y obtener imágenes que ayuden a estudiarlo, pues al obtener más parámetros sobre su órbita, se podrá conocer con más precisión si impactaría la Tierra en abril de 2036 y el lugar donde podría tocar tierra. Asimismo, se está evaluando, porque eso alteraría su órbita, la posibilidad de impactarlo para obtener muestras de su composición.
Los asteroides son residuos de la formación del sistema solar. Se dividen principalmente en dos tipos: rocosos y metálicos, dependiendo de su constitución, resultan más o menos peligrosos en caso de entrar en contacto con nuestro planeta, explicó el doctor José Guichard Romero, director del CRECTEALC, campus México.
Como objetos provenientes del espacio llaman mucho la atención de la gente, y aunado al hecho de que en México no es ilegal vender o comprar asteroides, muchas personas —principalmente astrónomos aficionados— comercian con ellos. Por otro lado, su composición también los pone en la mira de empresas, pues en su interior se pueden encontrar metales valiosos.
“Los asteroides tienen una gran cantidad de metales, pueden contener platino (Pt), iridio (Ir), oro (Au) y elementos que conforman el grupo de las tierras raras. Por eso, algunas personas y compañías tienen la idea de hacer minería de asteroides para extraer minerales que son poco abundantes en la Tierra”.