LA EDUCACIÓN ES EDUCARSE
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Señoras y señores, como ustedes ven, soy un anciano achacoso y no deben esperar de mí que esté ala altura de mi productividad o de mí sabiduría. Eso de estar a la altura de la propia sabiduría es, de todos modos, una pretensión algo dudosa. Con todo, siendo un hombre tan anciano, se puede decir con certeza que he reunido una gran experiencia. Pero la verdad es que mi actitud frente a ustedes es también una actitud bien curiosa. ¡Es tanto lo que quisiera aprender de ustedes! Debería saber cómo es hoy una escuela, cuáles son las preocupaciones que tienen hoy los padres, las que tienen sus hijos, las que tienen sus hijas, y todo lo que precisamente ya no sé. Me he preguntado si podía sentirme llamado a hablar de estas cosas; y, sin que yo desee imponerlo, hemos acordado que, en el caso de que absorba la atención demasiado tiempo, tengamos un debate más corto. Si puedo abreviar algo la conferencia, espero que tengamos un debate más largo.