Villa Educación

Jueves 26 de diciembre de 2024

LO QUE NECESITAN SABER LOS PADRES PARA SER COMPETENTES

Sobre las figuras parentales recae la responsabilidad de promover el desarrollo óptimo de los niños dentro de un ambiente seguro que los proteja de riesgos; los padres son los responsables de inculcar valores, actitudes y comportamientos que consideran adecuados para favorecer el desarrollo sano de sus hijos. A través de ellos los niños aprenderán a afrontar retos, asumir responsabilidades y a relacionarse con su entorno.

Dada la variedad y cambios de costumbres, prácticas de cuidado y crianza, así como la diversidad de entornos y otras influencias, definir cuáles características requiere tener una madre o padre competente es una tarea compleja que estará permeada por la educación y cultura.

Diversos modelos consideran que los tres factores determinantes a considerar con respecto a las competencias parentales son:

Características de los padres

Características del niño

Fuentes de soporte y estrés que tienen en su entorno

Es importante resaltar que estos factores interactúan entre sí, son dinámicos y cambian de acuerdo al contexto, las circunstancias y al ciclo de vida de los miembros de la familia, pues no solo cambian los niños, sino también sus padres. Así, un niño de dos años no requiere de los mismos cuidados y atenciones que un adolescente; una familia que vive en el campo no vive las mismas circunstancias que la que vive en la ciudad; se requieren diferentes habilidades para educar a un niño que habita con uno de sus padres que a otro que está acompañado por padres y abuelos.

Ya que los comportamientos y las habilidades que los padres requieren cambian a lo largo del tiempo, diversos investigadores han propuesto estudiar las competencias parentales a partir de las funciones clave que los cuidadores tienen con sus hijos. Entre estas funciones se encuentran:

  • Cubrir las necesidades que aseguren la supervivencia, promuevan el bienestar físico, emocional y social del niño y lo protejan de la enfermedad, el daño, los accidentes y el abuso.
  • Establecer y hacer cumplir límites apropiados dentro de un contexto de calidez y sensibilidad, que les permita a los niños internalizar los mensajes que están detrás de las medidas disciplinarias.
  • Favorecer experiencias estimulantes y afectivas que favorezcan el aprendizaje, la comprensión de la realidad y que promuevan el potencial de los niños en sus diversos dominios.
  • Crear un clima afectivo de escucha mutua, respeto, empatía, congruencia y apoyo emocional manteniendo la jerarquía como padres para brindar seguridad a los niños.
  • Asegurar la correcta socialización de los niños en diferentes espacios, de modo que puedan establecer relaciones asertivas con su entorno físico y social.

Para cumplir estas funciones es importante que los padres sepan cómo reconocer y cubrir de la mejor manera las necesidades evolutivas y educativas de los niños, que logren identificar las fuentes que les pueden causar daño y que reconozcan lo qué pueden hacer para desarrollar el potencial de los niños, ofreciéndoles soporte y retos adecuados a su edad y capacidades. También es necesario que cuenten con la motivación para proteger a los niños, sabiendo que esta tarea implica esfuerzo, tiempo y dedicación e incluso el sacrificio de algunas necesidades personales.

La capacidad de adaptación y de solución de problemas, también son aspectos clave para poder interactuar de manera flexible y afectuosa con los niños, para enfrentar las situaciones que puedan presentarse a lo largo del ciclo vital de la familia y para reconocer el efecto de sus acciones en la reacción del niño y ajustar las mismas de acuerdo con la situación.

Los padres también necesitan contar con los recursos personales, sociales y económicos suficientes para obtener el máximo provecho de las oportunidades y apoyos que les ofrece el entorno y así afrontar los retos que se presenten en éste.

Finalmente, no hay que olvidar que la relación entre padres e hijos es una de las más duraderas y trascendentales en la vida. A través de esta relación, los niños descubren que son personas únicas, que merecen ser amados, que tienen la capacidad de disfrutar y trasformar su vida. Más allá de todas las responsabilidades que involucra la paternidad, tener un hijo es una gran experiencia de amor y crecimiento, es la posibilidad de enriquecer con nuestra existencia la vida de la persona amada y ser enriquecidos con el amor de un hijo.