Villa Educación

Jueves 26 de diciembre de 2024

MITO: EL COLESTEROL ES DAÑINO PARA EL ORGANISMO HUMANO

Por Génesis Gatica Porcayo

Durante muchos años ha existido un debate alrededor de la ingesta de colesterol en la dieta y su incremento en la sangre, especialmente el colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL, considerado colesterol malo).

Es común la relación de colesterol con enfermedades, medicamentos, infartos o incluso la muerte. Sin embargo, pruebas científicas demuestran que el organismo produce hasta 80 por ciento del colesterol total, a través del hígado y otras células, mientras que el 20 por ciento restante se obtiene por medio de la dieta.

El hígado tiene la capacidad de crear dos tipos de lipoproteínas: las de alta densidad o HDL por sus siglas en inglés, mismas que se catalogan como ‘colesterol bueno’ y las LDL o de baja densidad, consideradas ‘colesterol malo’.

El colesterol en sí, es parte de las membranas de las células y constituye una molécula indispensable para la vida, al tener funciones estructurales y metabólicas esenciales para el ser humano, además de ser precursor de hormonas esteroideas, ácidos biliares y de la formación de vitamina D.

La ingesta excesiva de alimentos altos en colesterol y las mutaciones genéticas en el receptor de LDL (rLDL) es lo que promueve el incremento de colesterol en la sangre por arriba de los niveles recomendables, originando enfermedades como ateroesclerosis y convirtiéndose en un factor de riesgo para desarrollo de enfermedades cardiovasculares. 

De acuerdo con los especialistas, la hipercolesterolemia es un problema severo de salud pública, que requiere nuevas estrategias de orientación nutricional, además de actividad física y tratamiento farmacológico adecuado, cuyo resultado sea el cambio de hábitos en la población.

En conclusión, el colesterol por sí solo no es dañino, mientras se mantenga en los niveles adecuados para el correcto funcionamiento del organismo, pues se trata de una molécula indispensable para el cuerpo. Sin embargo, su acumulación excesiva en los tejidos o alta concentración en la sangre, puede ocasionar consecuencias patológicas prevalentes tanto en la población mexicana como o a nivel mundial.