Villa Educación

Jueves 12 de diciembre de 2024

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¿QUÉ ES EL MOBBING?

Uno de los problemas más comunes, pero poco estudiados en México, es el de la violencia laboral. En la cultura organizacional del país, la violencia suele guardar la apariencia de formación, de rigor profesional y aun de normalidad. Las consecuencias, sin embargo, no podrían ser más graves, dado una de ellas llega a ser la muerte.

En 1952, la escritora Daphne du Maurier publicó una novela en la que, sin motivo aparente, las aves atacan un pueblo para hacer huir a la población humana. La historia fue llevada al cine por Alfred Hitchcok, poco más de diez años más tarde, con el mismo título: The Birds (Los pájaros), convirtiéndose en un ícono del suspenso.

El comportamiento de las aves en la película es, desde luego, una exageración. Pero no una tan disparatada. En los años 60 del pasado siglo, el etólogo ganador del Nobel Konrad Lorenz describió, con la palabra mobbing (del inglés to mob: molestar con persistencia, acosar), el comportamiento de animales pequeños —las aves entre ellos— que acosan en grupo a un animal solitario, usualmente más grande o que representa una amenaza.

El término fue adoptado, poco más tarde, por investigadores de otras disciplinas, para definir comportamientos similares en las sociedades humanas. El psiquiatra sueco Peter-Paul Heinemann, por ejemplo, llamó así al acoso escolar (hoy conocido como bullying). No obstante, sería el doctor en psicología del trabajo y profesor de la Universidad de Estocolmo, Heinz Leymann —cuya obra ha sido traducida al español por el psicólogo mexicano Sergio Navarrete Vázquez—, el primero en utilizar y popularizar, hace casi tres décadas, el concepto en el ámbito laboral, en una definición de la que parten hoy todas las discusiones científicas al respecto y que dice así:

“El mobbing o terror psicológico en el ámbito laboral consiste en comunicación hostil y sin ética, dirigida de manera sistemática por uno o varios individuos contra otro, que es así arrastrado a una posición de indefensión y desvalimiento, y activamente mantenido en ella. Estas actividades tienen lugar de manera frecuente (como criterio estadístico, por lo menos una vez a la semana) y durante largo tiempo (criterio estadístico, por lo menos seis meses). A causa de la elevada frecuencia y duración de la conducta hostil, este maltrato acaba por resultar en considerable miseria mental, psicosomática y social”.




CENTRO CULTURAL EL RULE, ARTE Y TECNOLOGÍA EN CDMX

(Agencia Informativa Conacyt). A un costado de la Torre Latinoamericana, sobre Eje Central Lázaro Cárdenas —una de las vialidades más importantes de la Ciudad de México—, destaca un edificio de cinco pisos y numerosos ventanales. Algunos transeúntes observan el inmueble recién remodelado y continúan su camino, otros ingresan para conocer las actividades culturales y educativas que se ofrecen en el Centro Cultural El Rule.

El Centro Cultural El Rule fue creado por el gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Desde junio de 2017 está abierto al público con el objetivo de fortalecer diversas artes, orientar sobre los procesos de gestión cultural y fomentar la creación a través del uso de nuevas tecnologías.

La historia del edificio, esencia del Centro Cultural El Rule

El predio donde se ubica el centro albergó, a lo largo de la historia, construcciones concebidas para satisfacer necesidades de distintos grupos sociales; sin embargo, todas estas edificaciones comparten la característica de ser un referente de la época en que existieron.

Durante el gobierno del tlatoani Moctezuma —1502 a 1520—, en el terreno se fundó el Totocalli, una especie de zoológico que reunía animales marinos, aves y mamíferos. En el año 1524, tras la conquista española, los franciscanos edificaron en el sitio el primer convento de su orden en la Nueva España, y entre los siglos XVII y XVIII se construyeron dos capillas en el atrio del convento.

En el siglo XIX, en este espacio existió un hotel que más tarde adquirió y remodeló el empresario de origen inglés Francisco Rule; a partir de ese momento, el edificio fue conocido como El Rule. Luego de varias modificaciones, en 1935, el hotel se convirtió en una sala de cine, misma que tras los sismos de 1985 quedó parcialmente destruida y olvidada, hasta el año 1992, cuando un grupo de artistas capitalinos intervino el lugar.

En 2002, el gobierno del entonces Distrito Federal, en colaboración con la Fundación del Centro Histórico y el World Monuments Fund, inició un proyecto de rescate del edificio al que se sumaría —en 2010— el escritor colombiano Gabriel García Márquez; la intervención de este artista fue uno de los motivos por los que se creó, dentro del Centro Cultural El Rule, la Casa de Colombia en México.

Arte y tecnología en un mismo lugar

El Centro Cultural El Rule está conformado por cuatro áreas que responden a la demanda de grupos particulares, como los artistas, así como a la del público en general, interesado en conocer propuestas de arte contemporáneo o en explorar nuevas formas y medios de expresión digital.

La Galería El Rule, localizada en el primer piso del inmueble, es un espacio donde artistas de distintas disciplinas, tras ser evaluados por un consejo curatorial, exponen sus obras. Esta sala de exhibición está abierta al público y la entrada es gratuita.

“Tratamos de que la galería tenga cierto nivel. Las propuestas son revisadas por un consejo que también evalúa el perfil del artista, esto sin menospreciar a los jóvenes creadores. También se presenta arte de todo tipo: fotografía, arte abstracto y conciertos, es un espacio con una gran variedad”, explicó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt la historiadora Alejandra Correa González, enlace operativo de la Galería El Rule.

Por otro lado, la Fábrica Digital El Rule es un lugar donde se promueve el uso compartido, crítico y creativo de la tecnología y los medios digitales. Para lograr su objetivo, en la fábrica se llevan a cabo actividades multinivel diseñadas con base en las necesidades de distintos públicos.

También se realizan proyectos de investigación permanentes, relacionados con los temas de software libre y hardware abierto; además, hay una continua colaboración con expertos provenientes de distintas instituciones, quienes a través del programa Voces de Intercambio, comparten sus conocimientos y experiencia.

En el tercer piso del edificio se encuentra la Incubadora de Empresas Culturales, dedicada a la atención de artistas, promotores y gestores culturales interesados en desarrollar proyectos sustentables e independientes.

“Esta incubadora es la única, en el ámbito gubernamental, que está enfocada en empresas culturales y que acompaña al artista durante todo el proceso: desde la idea del creador hasta que este sale con su plan de negocios”, señaló la maestra Marcela Jiménez López, directora del programa Imaginación en Movimiento, el cual se aplica en la Incubadora de Empresas Culturales.

En la incubadora también acompañan a los artistas durante la constitución legal de su empresa y los orientan en materia de derechos de autor, procuración de fondos o registro de patentes.

“Pueden participar en tres modalidades, que son como artistas individuales, ahí entran escultores, cuentacuentos, pintores, etcétera, como colectivo cultural o artístico o como una empresa que ya esté legalmente constituida (…) Deben tener una experiencia comprobable en el ámbito artístico, porque eso nos da la certeza de que es gente que sí quiere vivir del arte y así fomentamos las alianzas”, aclaró.

Otra de las actividades realizadas en la incubadora es un taller, impartido durante el verano, a jóvenes emprendedores interesados en conocer conceptos fundamentales sobre la elaboración de proyectos de negocio.

“Nosotros profesionalizamos sus prácticas de gestión (…) Vienen artistas de todo, pero predominan las artes escénicas, aunque cada curso se incrementan artistas que trabajan con animación o arquitectura”, compartió.

La invitación al programa de incubación de proyectos culturales se publica durante el primer trimestre de cada año, en la página de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

En el cuarto piso del Centro Cultural El Rule se encuentra Casa de Colombia en México, espacio dedicado a la promoción y difusión del arte, la cultura, el turismo y biodiversidad de Colombia. Dentro de su programa de actividades, destacan las exposiciones temporales y presentaciones musicales de agrupaciones colombianas.

Con motivo del verano de 2018, las distintas áreas que conforman el Centro Cultural El Rule realizarán talleres especiales y muestras artísticas dirigidas al público en general y sin ningún costo, las cuales pueden consultarse en redes sociales de la institución.




¿QUÉ PASA EN EL CEREBRO CUANDO SE HACE O PERCIBE ARTE?

(Agencia Informativa Conacyt).  ¿Es posible explicar la creatividad artística desde modelos neurocientíficos?, ¿los juicios sobre el gusto ante obras de arte dependen de nuestros sentidos o existe algún área del cerebro encargada de codificarlos y darles sentido? Actualmente, desde la ciencia hay una disciplina encargada de responder a estas problemáticas: la neuroestética.

Inicialmente es la filosofía, y con particularidad su rama llamada estética (estudio de lo bello y lo sublime) la encargada en ofrecer análisis y respuestas al fenómeno artístico. Ya desde pensadores como Platón, Immanuel Kant, entre otros, se puede ver un conjunto de discusiones que llevan distintos puntos de vista en relación con el tema. Para algunos, el juicio estético consiste en la subjetividad; para otros, es objetivo.

Durante la Semana Mundial del Cerebro Xalapa 2018, actividad celebrada en diferentes lugares del mundo y apoyada por la Fundación DANA y la Sociedad para las Neurociencias, científicos del Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) de la Universidad Veracruzana (UV) buscaron mostrar que la práctica artística (música, danza, teatro) tiene gran relación con los procesos que ocurren en el sistema nervioso.

La pregunta que se intentó responder, comentó la doctora Rebeca Toledo Cárdenas, organizadora general del encuentro, fue ¿qué pasa en el cerebro humano cuando se hace o percibe arte? Las respuestas a esta interrogante tienen varios puntos de relevancia para los especialistas en la materia, pues según la discusión y los distintos diálogos emprendidos en este evento, es diferente la ejecución artística que tiene lugar en la literatura que aquella que ocurre en la música clásica o en el teatro.

La relación entre el cerebro y las artes: su desenvolvimiento histórico

En el área de las neurociencias existe actualmente una línea de investigación relativamente nueva: la neuroestética, la cual se encarga de investigar qué ocurre en el cerebro de una persona determinada cuando se encuentra ante el proceso de creatividad o en el momento de percepción y recepción de una obra de arte, por ejemplo.

Lanfranco Marcelletti, dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Xalapa mientras que un encefalograma mide su actividad neural. Cortesía Orquesta Sinfónica de Xalapa.

Según la doctora María de Jesús Brito Leitte, a principios de 1990 en Francia, Jean-Pierre Changeux, del Collège de France, comenzó a investigar la relación del arte y las neurociencias. Por otra parte, Bernard Lechevalier, de la Universidad de Caen, se dedicó a indagar al respecto de la dimensión estética y neurocientífica en la música.

Para Brito Leitte, las distintas investigaciones en esa década coincidieron en un punto: los hombres y mujeres son relativamente iguales debido a diferencias basadas en el medio ambiente y el contexto social de cada país. En ese caso, cuando se intenta explicar qué es lo bello, no solamente se tiene que atender la cuestión cerebral, sino también los factores culturales.




MÚSICA, UN ESTÍMULO SONORO CREADO POR NECESIDAD

(Agencia Informativa Conacyt). Cada una de las capacidades sensoriales con las que contamos los seres humanos aportan a la percepción que tenemos del entorno, además, nos permiten interactuar e identificar situaciones cruciales para nuestro desarrollo cotidiano dentro de la sociedad.

En el caso de la audición, su función afecta de manera directa en actividades que van desde la comunicación verbal hasta la creación y ejecución de artes como la música, expresión fundamental en distintas culturas alrededor del mundo.

Durante la presentación del diálogo Estímulos sonoros, en el marco de la segunda edición de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el maestro en composición Víctor Ibarra comentó que la música es algo “totalmente ficticio”, creado para satisfacer una necesidad de comunicación a través de ciertos sonidos.

Por otro lado, la definición de música puede variar entre un individuo y otro, pero en general, para que un conjunto de sonidos sea considerado música, debe estar estructurado con tonalidad, ritmo y timbre.

Cuando una persona recibe un estímulo sonoro, como la música, este es captado por el pabellón auricular, viaja por el oído medio y llega a la membrana basilar —parte del oído interno que nos permite identificar sonidos con distintas frecuencias—, donde conecta con el nervio auditivo; a partir de ese momento, el sonido es procesado por el sistema nervioso.

En el sistema nervioso, detalles del sonido, como la dirección de donde proviene y la regulación del volumen, son posibles gracias al trabajo de ciertas neuronas encargadas de conducir el estímulo sonoro hasta la corteza auditiva, ubicada en el lóbulo temporal del cerebro. La activación del planum temporale —zona del cerebro humano ubicada en la corteza secundaria— es una de las respuestas fisiológicas al escuchar música, aunque otras partes del cerebro, como la corteza motora y la corteza sensorial, también se activan ante este estímulo.

La interpretación de la música como algo placentero depende en gran medida del ritmo y la repetición en su composición, pues mientras más “predecible” sea una pieza musical, el cerebro se sentirá “más cómodo” y la clasificará como agradable. Esta característica también influye en que una canción sea identificada como “pegajosa”, en términos coloquiales.

Una vida sin música

Anhedonia es el término utilizado para referirse a un estado psicológico en el cual las personas que lo padecen son incapaces de experimentar placer ante estímulos que habitualmente son considerados como placenteros. En este sentido, existen quienes son insensibles al efecto que pueda causar en ellos escuchar alguna melodía.

También existen personas incapaces de diferenciar entre música y cualquier otro sonido, es decir, no distinguen los ritmos o tonos que la constituyen y, por lo tanto, no pueden interpretar el mensaje musical completo.

Por otro lado, la música es utilizada en diversas terapias para pacientes con dificultades motrices o autismo, quienes tras someterse al tratamiento en cuestión, presentan avances en su estado de salud integral; sin embargo, permanece la duda de si la mejoría en estas personas es el resultado de la sola exposición a este arte.

 




LA CIENCIA Y LAS ARTES: DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

“Los mejores científicos también son artistas”

Esta frase del reconocido científico Albert Einstein describe muy bien los objetivos y la motivación que ha servido de base para el desarrollo de lo que hoy se conoce como educación STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts and Math, por sus siglas en inglés). Einstein, además de ser uno de los físicos más reconocidos de la historia, era pianista y violinista amateur. Otros ejemplos conocidos son el polímata Leonardo da Vinci, quien dejó un gran legado: pintura, escultura y diseño; o la bióloga marina Rachel Carson, quien, por su talento literario, es considerada la madre del movimiento ecologista moderno.

A lo largo del último siglo, en parte debido a los grandes avances en todas las áreas del conocimiento, la educación formal se ha ido dividiendo en disciplinas cada vez más rígidas y compartimentadas. Esta división ha generado, a su vez, una jerarquía de disciplinas del saber; jerarquía en la cual las artes y las humanidades ocupan los escalones más bajos. En algunos lugares se ha llegado a plantear, incluso, la eliminación de dichas disciplinas del currículo.

Sin embargo, investigaciones recientes desde hace un par de décadas ponen en evidencia los efectos negativos de dicho enfoque. La respuesta ha sido un movimiento cada vez más potente que apuesta por una manera diferente de pensar y educar.

El popular astrofísico Neil de Grasse Tyson explica la importancia de las artes y las humanidades de manera clara y concisa. Para él, son dos caras de la misma moneda. Algo que la educación moderna ha tardado en aceptar y aprender, pero sobre lo cual se avanza cada vez más; la educación STEAM es su expresión más articulada. Pedagogías emergentes, como el aprendizaje por proyectos, el aprendizaje colaborativo y el movimiento maker, apuestan por un enfoque interdisciplinar que parte de los conocimientos, las experiencias y las necesidades de los estudiantes y su entorno.

El enfoque competencial de estas pedagogías, metodologías y estrategias pone en evidencia el gran valor que las artes y las humanidades aportan al desarrollo cognitivo y emocional de las personas. Dicha aportación puede tomar distintas formas, para muchos las artes y las humanidades pueden ser usadas como simples herramientas en la enseñanza de las ciencias exactas. En efecto, se ha demostrado que estas pueden mejorar la motivación del alumnado por aprender y facilitar el aprendizaje de conceptos y fenómenos complejos.

No obstante, siguiendo la reflexión de Tyson, este enfoque, aunque válido y útil, no hace justicia a la aportación de las artes. Tal como expresan él mismo y Fabiola Gianotti, directora general de la organización europea para la investigación nuclear, la música, la literatura, el teatro, la danza y la pintura tienen un peso y una importancia por sí mismas. Hoy en día sabemos que aprender una segunda lengua, tocar un instrumento musical o expresarse a través de la manipulación de materiales y objetos estimula y potencia partes del cerebro que son claves para el desarrollo de la inteligencia, las actitudes colaborativas, las habilidades comunicativas y la resolución de problemas.

STEAM no significa restarle relevancia a las ciencias exactas; significa reconocer la importancia de todas las áreas del saber, entiendo que la complejidad de los retos que hoy tenemos como sociedad requieren conocimientos y competencias transversales e interdisciplinares, capacidad de adaptación, creatividad y capacidad de invención.




LA CIENCIA COMO PUENTE DE COMUNICACIÓN EN UN MUNDO MULTICULTURAL

Mérida, Yucatán. 19 de abril de 2018 (Agencia Informativa Conacyt). Un calor abrasador se extiende por la “ciudad blanca” que durante cuatro días recibe a estudiantes, investigadores y especialistas de todo el país y Latinoamérica en el 5o Encuentro Conocimientos, Ciencia y Tecnología en un Mundo Multicultural.

Organizado por el Centro de Nanociencias y Nanotecnología (Cnyn) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en colaboración con el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales (CEPHCIS) —perteneciente a la misma casa de estudios—, esta quinta edición tiene entre sus objetivos crear un espacio de diálogo y reflexión sobre diversos temas de ciencia y tecnología, desde un punto de vista amplio, comprensivo y multicultural.

El investigador del Cnyn Noboru Takeuchi, fundador y principal impulsor de este encuentro, afirmó que pretenden que la ciencia sea un puente de comunicación: “Queremos crear un puente de la ciencia entre comunidades diversas, lo que sería prácticamente el objetivo fundamental de nuestros eventos, en un encuentro que crece más cada año”.

México es el primer país latinoamericano en reconocerse como nación multicultural y ocupa el octavo lugar entre las naciones con mayor cantidad de pueblos indígenas, dijo el director del CEPHCIS, Adrián Curiel Rivera.

“Nuestro país alberga una gran diversidad cultural con sus respectivas fuentes de conocimientos y visiones del mundo. Hoy, en este contexto de globalización económica y de una aparente homogeneización en los ámbitos económico, político y social, la diversidad cultural debe ser preservada, reconocida y respetada en aras de los valores de la convivencia”

Explicó que el tema de la multiculturalidad ha sido ampliamente estudiado. La UNAM creó desde 2014 el Programa Universitario México Nación Multicultural que tiene entre sus objetivos vincular esfuerzos entre las personas y grupos que trabajan temas relacionados con la composición multicultural indígena, fomentar el nivel académico de los trabajos sobre el tema, además de difundir y extender los conocimientos y experiencias derivadas de las investigaciones.

“Este es el espíritu de este encuentro: generar un espacio para disertar los avances de las ciencias exactas, las ciencias sociales y las humanidades, poniendo especial énfasis en los proyectos que se generan dentro de las comunidades indígenas”.




LOS BENEFICIOS DEL ARTE DE CONTAR HISTORIAS

¿Has visto algún anuncio, videojuego o videoclip que aún recuerdes perfectamente? Seguro que dentro de ese recurso audiovisual se explicaba una breve historia que llamó tu atención, despertó tus emociones y te cautivó. Esta magnífica técnica es llamada Storytelling y en el ámbito de la educación, la conocemos en México por la labor que realizan los “cuentacuentos” y es precisamente esa forma ten interesante la que necesitamos  aplicar los docentes para motivar el aprendizaje.

Storytelling

En tiempos remotos, antes de que existiera la escritura, ya se contaban historias que se transmitían oralmente de generación en generación con la finalidad de entretener, educar, difundir la cultura, o inculcar valores. ¿Quién no recuerda el cuento de Hansel y Gretel o Caperucita Roja?

El Storytelling o la narración de historias, es el acto de transmitir relatos repletos de emociones valiéndose del uso de las palabras o las imágenes. Aunque esta estrategia no es ninguna novedad,  los tiempos van cambiando y con ello también las historias y su manera de contarlas.

La digitalización de las aulas y el aprendizaje ha supuesto una gran revolución a la hora de contar historias. Así pues, la narración tradicional adquiere una nueva dimensión valiéndose de nuevas herramientas y soportes para transmitir conocimientos y valores que despiertan el interés y la motivación de los alumnos. 

El Storytelling, en su versión tradicional o digital, es un arma poderosa en las manos del docente para usar los relatos, sean estos inventados o reales, en beneficio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Aquí te mostramos algunos de los beneficios más destacados de esta estrategia:

Proporciona a los alumnos motivación, diversión, curiosidad y actitudes favorables para el aprendizaje.

Ayuda a establecer conexiones entre los contenidos y a organizar la información.

Promueve una gran cantidad de valores para trabajar en el aula.

Fomenta el pensamiento crítico a partir de las reflexiones de los relatos.

Desarrolla las habilidades sociales como la escucha activa y la empatía.

Permite que los niños y niñas presten mayor atención y obtengan un nivel mayor de concentración.

Crea un vínculo entre el docente y los alumnos, facilitando una comunicación más fluida y una interacción más bidireccional.

Favorece un clima de trabajo relajado y participativo.

Estimula la creatividad e imaginación del alumnado.

Promueve una implicación emocional que permite que los mensajes se interpretan más rápido y de manera más profunda.

¿Cómo adaptar el Storytelling al aula?

El arte de contar historias exige la figura del storyteller, y en este caso es el docente quién debe adoptar este rol tan sumamente importante. Para ser un buen narrador debes conocer algunos trucos para que tus historias sean apasionantes y cumplan con el objetivo final, como pueden ser la introducción de algún contenido, el aprendizaje de algún valor ético, la reflexión sobre alguna temática concreta… etcétera.

Como un buen ejemplo vale más que mil palabras, hemos seleccionado para ti algunas experiencias que esperamos que te animen a poner en práctica esta estrategia en el aula:

El poder de las historias: En esta charla de TEDx Talks, Eduardo Sáenz de Cabezón explica la importancia de relatar historias para introducir contenidos del currículum para hacerlos curiosos e interesantes. No cuenta, como ejemplo, la historia de Évariste Galois para explicar la teoría matemática que inventó con tan sólo 20 años.

Digital Storytelling: En esta página web, los narradores de las historias son los propios alumnos. Esta opción permite a los alumnos expresar sus emociones, reflexionar sobre temáticas reales o ficticias, sintetizar la información en unos poco minutos, encontrar imágenes que reflejen y den apoyo a las palabras, desarrollar habilidades TIC…

De la misma forma, estamos seguros que conoces algún o alguna “cuentacuentos” como les llamamos en la educación básica, observa con atención cómo cuenta los cuentos, cambia constantemente el tono, el volumen, hace pausas, pone diferentes voces, ambienta con imágenes el entorno de su plática, en fin son muchas las técnicas que tenemos que aprender.

El poder de las historias

¿Cuánto pueden ayudar las historias a aprender ciencia? Eduardo Sáenz de Cabezón demuestra el poder de las historias para hacer interesante hasta lo más difícil y complicado.

 




EL PRINCIPITO - NOVELA DE ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY

El principito es una novela corta leve, rápida, incluso exacta en sus calculadas digresiones, que apuesta por una enorme visibilidad, múltiple y consistente. Pero sobre todo cumple con la séptima característica, la que añadió Ricardo Piglia: el desplazamiento o deslizamiento (la mejor ficción construye marcos en que el “yo” pasa su testigo, en que el “otro” habla con la fuerza de la verdad).

A Saint-Exupéry no le gustaba su propio dibujo: le resultaba demasiado esquemático e infantil. Pero ese libro —fruto de un encargo y publicado antes en inglés que en francés, hace exactamente 75 años— solo podía imaginarlo él. A su estilo intergeneracional y a sus temas universales (la infancia, el desierto, las edades del hombre, el propio universo) añadió, por tanto, un lenguaje paralelo también ajeno a cualquier frontera: el de la ilustración.

Medio siglo antes de que se acuñara la palabra “transmedia” y veinte años antes de que la imagen del Che fuera estampada en camisetas, Saint-Exupéry lanzó al mercado una obra menor en su trayectoria, pero que tenía una endiablada versatilidad. Era terriblemente adaptable y tenía un gran potencial en todos los medios de comunicación habidos y por haber. Porque en menos de cien páginas y a partir de una silueta icónica, crea ni más ni menos que un mundo. Un mundo que es pura elasticidad.

Es imposible llevar la cuenta de los libros, los musicales, las versiones teatrales, las adaptaciones radiofónicas y seriales y cinematográficas, los proyectos digitales y el sinfín de textos que derivan cada año de esa semilla plantada en 1943. Pero no hay más que ver las tres temporadas de la serie de animación europea de principios de esta década o la preciosa e inteligente película de 2015, dirigida por Mark Osborne, con una historia principal ambientada en nuestro presente (muy Pixar) y una adaptación literal de la nouvelle a modo de relato dentro del relato, para comprobar que su potencial sigue más vivo que nunca.

Es un mito. Es un icono. Es una tienda de París. Es un parque temático. Es una colección de acuarelas originales que suman varios millones de euros en el mercado de las subastas. Es mucho más (o mucho menos) que un clásico: es una industria.

“¿Se puede decir que El principito es un clásico de la literatura universal? Tengo mis dudas”.

Pero al ser una obra publicada en más de 250 idiomas, nos recuerda sobre todo que un artista es incapaz de controlar la recepción de su creación. Saint-Exupéry también habló de su accidente en el Sáhara en sus dos obras más importantes: Tierra de los hombres y Ciudadela. Dos libros ambiciosos y extensos, pero que no reúnen las características que Italo Calvino imaginó para la literatura de nuestro milenio.

Mientras que en sus dos libros más monumentales la voz principal en el desierto es la del propio Saint-Exupéry, en su superventas inmortal el protagonismo lo asume esa vocecilla extraña, ese extraterrestre aristocrático que nos suena extravagante, sí, pero —camino ya de su primer siglo de vida— también raramente verdadero.